El arte sin alma
Recientemente he podido escuchar algunas composiciones musicales que tenían la peculiaridad de no haber estado concebidas por una persona, sino por un sistema tecnológico de inteligencia artificial. Debo decir que me sorprendieron, ya que la función para lo que fueron creadas la cumplían con creces.
Llegados a este punto, ¿podemos pensar que estamos en la antesala de la deshumanización del arte? Personalmente considero que el arte conlleva un desarrollo de las sensibilidades continuamente expuestas a la realidad que nos rodea. La propia visión del individuo sobre la realidad y la capacidad de convertirla y transformarla en expresión artística es justamente la grandeza del arte como tal. La inspiración es fruto de las emociones. ¿Cómo expresarlas si se carece de ellas?
Bajo mi punto de vista, un verdadero artista es alguien con un desarrollo espiritual que se aleja de los estereotipos dados por el grupo o el momento social al que pertenece. De no ser así, correría el peligro de banalizar el proceso artístico. Y por otra parte, una obra requiere planteamiento, preparación, elaboración y perfeccionamiento. El proceso creativo y la elección del camino se sustentan de las experiencias personales, de los criterios que de ellas derivan y de una intencionalidad de crecimiento y evolución artística. La elección artificial o tecnológica no hará más que contribuir a la decadencia del arte en su esencia, por acertadas que resulten ser sus elecciones, rebajando el proceso creativo a una mera producción en serie, como si de cualquier otro producto de consumo se tratase.
En definitiva, asistimos a un proceso de deshumanización de aquello que precisamente requiere alma para SER, ya que el alma es justamente su razón de ser.
Pep Vila (músico)
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