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El miedo a la libertad; el anhelo de una contradicción
Con este artículo, quiero dar continuidad al artículo anterior que titulaba como “La libertad; el reflejo de lo convenido”. El concepto de “libertad” es algo que despierta un interés particular en mí, por lo que ofrece y por lo que implica. Pero pienso que representa una contradicción en sí mismo.

Muchos de los conflictos en la historia de la humanidad se han dado en nombre de la libertad, y sin embargo renunciamos a ella como quien rehúye de sus propias responsabilidades. Personalmente intento tenerlo muy presente para con la forma en la que intento construir mi pensamiento. Quiero decir, que cuando analizo mi forma de ver el mundo, es el concepto de libertad el que determina la manera en la que empatizo con determinadas ideas y hechos como útiles imprescindibles de mi propia construcción personal.

En el anterior artículo citaba diferentes interpretaciones sobre este concepto según definían diversos filósofos. Hoy quiero centrarme en el análisis que Fromm hace sobre ello, ya que nos alerta de las amenazas que ciernen sobre las democracias si no se fortalece la personalidad de los individuos. Un mayor grado de autoconciencia nos permite una mayor independencia, pero esto conlleva mayores riesgos que no siempre estamos dispuestos a asumir.

Insisto sobre ello por un mero sentimiento de preocupación que nace del análisis personal de la masa social y de todo lo que en ella acontece. El anhelo de libertad de los seres humanos nos ha permitido establecer principios y valores con los que construir nuestras sociedades y nuestra cultura, propiciando así el nacimiento de lo que entendemos como democracia. En definitiva, individuos autómatas que pretenden alejarse de la dominación de terceros.

Pero si nos paramos a pensar sobre el planteamiento que Fromm nos muestra, veremos que todos estos logros no son estables, ya que las personas tendemos a sacrificar esa misma libertad que nos ha permitido crecer como sociedad, en beneficio de unas u otras ideas que a su vez, nos someten y nos subyugan. Es decir, nos escondemos en la cultura de masa en detrimento de nuestra individualidad, con el propósito de desaparecer y rehuir de responsabilidades que conllevan una excesiva carga, renegando así de una libertad de la que ya que no sabemos qué hacer con ella. Esto, en definitiva, sería el miedo a la libertad.

Bien entendido, el miedo no debiera ser algo malo para las personas, ya que nos alerta y nos predispone a un mayor estado de atención. Lo negativo es cuando este miedo condiciona nuestras acciones y nos empuja al sometimiento de las masas (ideologías, líderes políticos o religiosos, sistemas...). Con ello buscamos un refugio que ofrezca cierta sensación de seguridad, pero que en definitiva significa el sacrificio de nuestra individualidad. Precisamente por esto es tan importante fortalecer nuestro pensamiento crítico y nuestra racionalidad frente aquello que nos amenaza. Y precisamente por ello significa verdaderamente importante para aquellos que pretenden someternos, privarnos de este florecer del individuo crítico.

  "Es decir, nos escondemos en la cultura de masa en detrimento de nuestra individualidad, con el propósito de desaparecer y rehuir de responsabilidades que conllevan una excesiva carga, y renegamos así de una libertad de la que ya que no sabemos qué hacer con ella. Esto, en definitiva, sería el miedo a la libertad."

Las ideologías como el fascismo, el comunismo, el nacismo, e incluso las religiones o nuevos planteamientos culturales, pretenden en un primer momento anular la racionalidad del individuo, para con ello fomentar dinámicas inconscientes que las hagan resultar atractivas. Por supuesto, el miedo será el gran aliado. Si tememos al oso, será imprudente atrevernos a entrar en el bosque. Sólo así podemos explicar el triunfo de los totalitarismos, que a su vez van fracasando con el tiempo, iniciando una nueva lucha por nuestros derechos y libertades y que de nuevo, una vez conseguidos, no dudamos en entregar y sacrificar con la aparición de nuevos sistemas políticos o ideológicos. He ahí la propia contradicción.


Actualmente, en Occidente, gozamos seguramente del mayor nivel de libertad del que los humanos hemos podido disfrutar a lo largo de la historia, pero bajo mi punto de vista, asistimos a un retroceso calculado y racionado de nuestro rango de acción. Ideologías de toda índole inundan nuestro día a día, contaminando nuestro criterio e invadiendo nuestro espacio más personal y privado. La privacidad está expuesta a ojos de todos, y lo que es peor, sujeta a la condena y al escarnio público. Las leyes, cada vez más privativas, para nada responden a nuestros intereses reales. Se cancela el relato y el debate aseverando verdades relativas, y con ello se planta la semilla del miedo que asegurará un nuevo desfile, como rebaño anulado y conformado.

Sin duda, y bajo mi punto de vista, anhelamos la libertad como un niño anhela el momento de poder tomar sus propias decisiones, pero sin embargo nos sentimos perdidos sin la protección y el tutelaje de nuestros “mayores”. En definitiva, anhelamos y luchamos por un atractivo traje, el cual una vez concedido, resulta venirnos grande.

Pep Vila (músico)

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