Gnosticismo; la irrupción de la nueva religión
Para nada resulta fácil encontrar respuesta a todos los interrogantes que como sociedad vamos planteando en aquello que nos acontece. ¿Qué o quién nos rige, tanto individual como colectivamente, que va resultando la construcción de una supuesta “nueva sociedad?. ¿Realmente existe un proyecto de cambio bienintencionado que nos dirige a la construcción de una mejor versión de nosotros mismos, o más bien navegamos sin rumbo con la única intención de abrazar lo “nuevo” como simple rechazo a lo acontecido en épocas anteriores?
En la actualidad asistimos a una sociedad conformada con la mediocridad, donde la excelencia es sofocada por la propia masa, obediente a los nuevos dictámenes ideológicos (gnosticismos) y donde la cultura de la cancelación silencia las voces disidentes y fomenta la conformidad del individuo y del colectivo. La educación suprime el pensamiento crítico y exime del valor del esfuerzo. Como afirmaba el gran filósofo Antonio Escohotado “la adulación impera y la idiocia prospera. La ignorancia se ha apoderado de todo. ¿Cuál es la pregunta? ¿Cuánto va a durar este estado de cosas? Esa es la pregunta.”
Entre tanto, lo que podemos apreciar es una sociedad constituida por innumerables minorías, adoctrinada por la utilización de la cultura como instrumento que obedece a un único fin, y donde cualquier aspecto de la vida, tanto colectiva como personal, queda expuesto para el señalamiento de todos.
Es delicado y peligroso remover y ahondar en ciertos fangos sociales. La narrativa de la verdad única amenaza con destruir por medio del señalamiento y de la cancelación social a todo aquel que piense diferente. He ahí la contradicción en sí misma. El progresismo abandera aspectos como la tolerancia, la igualdad y la justicia social; defiende la diversidad, pero ha otorgado un poder sobredimensionado a ciertas minorías victimizadas, que han resultado ser tiranos sociales alejados de la racionalidad y de la evidencia empírica. El criterio y la razón agonizan frente a las verdades absolutas, y los dogmas ideológicos establecidos condicionan y juzgan, cual Dios omnipotente, cualquier atisbo de raciocinio y libertad, persiguiendo y excluyendo al disidente.
Pep Vila (músico)
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