La Libertad; el reflejo de lo convenido
En esta ocasión quiero dedicar un espacio a ese concepto etéreo que tanto nos seduce, pero que tan frágilmente se desvanece. Ese concepto, repleto de matices, promete romper nuestras cadenas y liberarnos de las restricciones. Me refiero al concepto de libertad.
¿Qué es la libertad? O mejor dicho, ¿cómo la entendemos y por consiguiente, cómo actuamos frente a la autonomía que nos brinda?
Todas estas afirmaciones, aunque con matices, conllevan lo anteriormente dicho. Nos sentimos libres por la capacidad que tenemos de poder elegir, y sin embargo el rango de aquello sobre lo que podemos o no elegir nos viene impuesto, bien por las propias normas de la naturaleza o bien por las normas sociales y culturales establecidas. De hecho, incluso eludiendo cualquier restricción natural o social, podemos comprobar que también nuestros actos están sometidos a prejuicios personales fruto de nuestra propia ética y valores morales.
¿Podemos así decir que somos plenamente libres?; ¿Podemos asegurar que somos individuos con plena autonomía para tomar decisiones y ejercer así el control que se presupone para nuestra propia vida?
Sinceramente, pienso que no. Por momentos vemos como nuestro campo de acción, e incluso de pensamiento, es mermado y acotado con descaro, para con ello determinar el camino por el que, obedientes todos, desfilamos sin cuestionar los esquemas preestablecidos e impuestos por unos pocos. A mi juicio, la aniquilación del verdadero sentido del propio ser.
Con todo, podemos advertir que la complejidad que abraza a la libertad la convierte en una contradicción con ella misma, por lo que tal vez considero que al final es solo una elección, un proceso por el que llegar a ser y poder construirse, más allá del propio estado que nos brinda.
Tal vez es momento de plantearnos si realmente gozamos de una verdadera libertad, que nos permite cuestionar y desafiar lo convenido, sin miedo al juicio ni a la cancelación, y que nos permita además construir una vida que, como escribe Fabián Barrio, “resuene con nuestra propia voz”. O si por el contrario el cerco ha acotado tanto nuestro margen de acción que solo se nos permite saborear un eco residual del propio término.
Pep Vila (músico)
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