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La música, una evidencia generacional
Hablar de “buena o mala música” en estos tiempos que todo parece tener una fecha de caducidad más o menos inmediata, resulta cuanto menos complejo, aunque me atrevería a decir que también un tanto polémico en algunas ocasiones. Comparar la “música de antes” con la “música actual”, creo que es un debate interesante por lo que de ello pueda derivar, pero vacío a la vez, ya que son muchos los aspectos tener en cuenta. En cualquier caso, y sin pretensión de juzgar el resultado final del producto, me gustaría aportar algunas impresiones que doy por seguro compartirán parte de ustedes y objetaran otros tantos. 


En realidad, parece tarea imposible enfrentar a artistas como The Beatles o Neil Young con otros tan diferentes como J Balvin, Bad Bunny o Becky G. Nada tienen en común. Los primeros pertenecen a una época de grandes revoluciones musicales, y los otros a un momento en el que el trap o el reguetón acaparan las listas mundiales. Es evidente que el negocio de la música ha cambiado, y con él, la música en sí. 
 
Pero, ¿a qué nos referimos con buena música y por qué pensamos, al menos los que tenemos cierta edad, que la música actual es peor que la de unas décadas atrás? Con esta pregunta llegamos a un primer punto de desencuentro entre las partes. ¿Es la nostalgia o nuestras vivencias del momento lo que nos lleva a realizar este juicio? O por otra parte, ¿hay algún criterio musical sobre el que podamos apoyar tal afirmación?  

En ocasiones, cuando hablo con mis alumnos sobre música comercial o popular, no puedo evitar sorprenderme al nombrar artistas y grupos como Phil Collins, Elton John, Pink Floyd, The Rolling Stones o al mismísimo Bob Dylan, y me doy cuenta que no tienen la menor idea de quién estoy hablando. Yo crecí escuchando a estos artistas entre otros muchos, y realmente pensaba que eran eternos. Pues resulta que tan sólo han bastado unas pocas generaciones para pasar a ser verdaderos desconocidos. Pero debo reconocer que me pasa lo mismo con ellos. Me hablan de la música que escuchan y salvo excepciones, no tengo ni la más remota idea sobre los artistas de los que me hablan.

En más de una ocasión hemos dedicado tiempo en clase a analizar musicalmente algunas canciones del “pasado” y poder compararlas con otras más actuales. He de admitir mi predisposición a evidenciar la gran diferencia artística que bajo mi punto de vista existe entre unas propuestas y otras. Si lo que analizamos es el contenido musical, más allá de la intención comercial que se pretenda en cada estilo, sé perfectamente lo que aportan estas nuevas propuestas respecto a otras planteadas. Y he ahí mi trampa. El reguetón o el trap, que es lo que mayormente escuchan, son estilos con ritmos básicos y estructuras armónicas lineales, lo que las convierte en canciones poco interesantes en lo que a lo musical se refiere. Pero también es cierto que este análisis debería incluir muchas otras connotaciones lejanas incluso al planteamiento musical. Hoy la música, como cualquier otro producto, es de consumo inmediato, y rápidamente pasa de lo "nuevo" a lo "desfasado", por lo que los artistas deben presentar trabajos de forma frecuente. La lógica del mercado cultural de usar y tirar, bajo mi punto de vista, desprovee de significado social e identitario a la música, mermándola de interés general y no fomentando la genialidad del artista como en las décadas de los 60 a los 90. 


  "Y en todos los ámbitos, también en la música, suele aparecer una visión un tanto ortodoxa sobre cómo deberían ser las cosas. De no serlo, solemos denostar aquello que nos incomoda. "

En un estudio realizado sobre "El declive del significado social de la música", es interesante cómo se plantea el declive musical como el cambio de la música como elemento de construcción identitaria hacia una función de socialidad comunicativa. Es decir, su principal función es la de compartir, proveyendo un lenguaje común para la socialidad.  

Es evidente que los tiempos cambian, y con ellos cambian las modas, los estilos, el sonido y las personas. Y en todos los ámbitos, también en la música, suele aparecer una visión un tanto ortodoxa sobre cómo deberían ser las cosas. De no serlo, solemos denostar aquello que nos incomoda.

Es evidente que la música comercial se concibe como un producto al fin y al cabo, y cumplir con su cometido debería ser suficiente aval como para ser considerada “buena música”. Otra cosa será si lo que pretendemos es darle en mayor o menor medida un reconocimiento artístico. Y no sería justo dejar de reconocer que también en estos nuevos estilos, al igual que en otros, siguen apareciendo grupos y artistas con trabajos elaborados y planificados con claras intenciones artísticas. Grandes músicos ha habido siempre; antes y ahora. Simplemente la concepción del trabajo y la finalidad del producto son distintos, por lo que también el resultado.

Cuando cursaba los estudios de Jazz Composition, mi profesor solía insistir en que debíamos aprender a ser críticos con lo que escuchamos. Debíamos ser oyentes activos, ya que nuestra formación musical debería permitirnos discernir entre lo “bueno” y lo “malo”. Con ello no pretendía descalificar o infravalorar cierta música, pero como mínimo, sí saber de qué fuentes beber cuando se requiere lo talentoso. Pretender esto para el conjunto de la sociedad sería ansiar demasiado. No todos compartimos criterios ni finalidades para con lo que consumimos.

Por poner un ejemplo de lo que me refiero, y gustos aparte, podemos advertir una continua búsqueda de los nuevos sonidos y planteamientos estéticos y formales si analizamos la evolución musical de uno de los grupos más influyentes y representativos de la historia de la música: The Beatles. Nada tiene que ver su primer álbum “Please Please Me” con otro de sus álbumes considerado obra maestra y el disco más importante del pop y del rock hasta la fecha: “Sgt. Pepper’s lonely hearts club band”.   

Otros como “Queen”, donde cada álbum tenía una clara intencionalidad en cuanto a evolución musical, Michael Jackson, Aretha Franklin, Stevie Wonder, Supertramp, B.B.King, Police, Eurythmics, Led Zepelin, Billy Joel, Dire Strites, Pink Floyd y tantos otros,evidencian con su música las tendencias del momento y una clara evolución musical para con los nuevos tiempos, pero siempre desde una visión artística, genuina y original que les convirtieron en supervivientes al cambio generacional.

Como anécdota que bien pudiera ser considerada pretenciosa como mínimo, me remito a la analogía que el propio Bad Bunny llego a afirmar en una ocasión: "Me considero un artista de la talla de Freddy Mercury o Michael Jackson". Casi nada.  

Personalmente pienso que hoy como ayer se presentan trabajos de muy alta calidad musical, pero actualmente la música, y me refiero de forma general, carece de cierta experimentación que le proporcione un sonido único y que permita dotar de un sello personal al artista. Lejos quedan los conceptos que provocaban las revoluciones musicales de antaño, donde grupos emergentes irrumpían en la escena musical con nuevos sonidos y donde la originalidad y la creatividad eran elementos indispensables. Sus aportaciones a la música y a su evolución es seguramente lo que personalmente más echo en falta en la música actual. Para mí, siguen siendo eternos.

Pep Vila (músico)


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